Autor: Gonzalo Montero Lara*
Los homínidos
temblorosos espían escondidos al fondo de sus cavernas a una extraña pareja de
seres humanos que descienden
risueños de un ingenio volador, para pasear
alrededor, tomados de la mano, para luego
amarse con fuegos vesánicos en la tibias arenas de la playa de un mar azul
esmeralda, contemplando en el rellano el plenilunio, para luego simplemente desaparecer ante la mirada
azorada de los homínidos quienes dejaran un testimonio del este pintado en las
rocas de su morada.
La inmortalidad
y los viajes en el tiempo son aparentes mitos que han quitado el sueño a gran
parte de la humanidad y por supuesto, a una legión de científicos, religiosos
escritores, quienes han tratado de descorrer el misterioso velo
escondido detrás de la muerte. Es probable que ya se haya resuelto el problema en
otros tiempos y espacios. Existen comunicaciones que relatan que de cuando en
cuando nos visitan seres de otro tiempo, seres que resisten los mundanos
efectos del tiempo. Muchos escritores de ciencia ficción han buscado mecanismos
y argumentos para explicar esta posibilidad y es así que Dennis Morales Iriarte
enfrenta esta paradoja, planteando una solución en sintonía con su formación
científica: La inmortalidad es ororgada al sujeto infectado por un rotavirus
que trastorna los códigos genéticos de la muerte programada y mejora las
cualidades de la especie. Evento ocasionado,
por un “accidente” de laboratorio, como algunos sostienen que ocurrió
cuando el rotavirus del VIH aislado de los monos verdes africanos , “escapó” de
control de un laboratorio de experimentación de los gringos. Sugestivo hecho en
estos tiempos de cólera y auge de las armas biológicas que usan con frenesí los
señores de las guerras.
Es así como Dennis Morales mira el mito: como una
enfermedad trasmisible. Afección que pone al descubierto la coexistencia con
seres que poseen estas condiciones y viven a nuestra sombra; algunos habitantes
de las sombras signadas por la oscuridad y otras de signo contrario son seres
de la luz. Como no hay puntada sin nudo, esta enfermedad es deseada por muchos, quienes entregarían su alma al diablo por
contaminarse con este microbio de la larga vida. A ellos es bueno comunicarles
que nada es gratuito en esta existencia, y que pasar a militar las filas de los
inmortales y transformarse en estos habitantes
del mundo paralelo que tienen mejorados sus sensores humanos y su inteligencia, tienen en función a sus capacidades,
la posibilidad de abrir portales inter-dimensionales para viajar por el tiempo
y quedar enmarañados en insólitas paradojas
de tiempo y espacio, con una línea de base inconmovible que son las emociones
humanas que no varian en estos personajes con el paso del tiempo. Todo esto narrado
por el autor, en
esta extraordinaria construcción literaria.
Novela que podría ser en efecto, un documento transferido de otras dimensiones,
escrita en nuestro código lingüístico que
el autor de esta fantástica transferencia titula El Ciclo de Nosferatu,
obra que nos deja la vívida sensación de la posibilidad posible hecha realidad
y la precariedad de la vida convertida en un espejismo
deletéreo de la propia vida; de un tiempo circular que posibilita el trágico
reencuentro con nosotros mismos, al reinicio de un nuevo ciclo de existencia.
Dennis Morales Iriarte, biólogo, músico
y escritor de ciencia ficción, entrelaza estas y otras habilidades depuradas en
el alambique de una fecunda imaginación y cultivadas en una sólida formación
académica, pone ante nosotros sentidos
su nuevo libro El ciclo de Nosferatu, escrito hace 15 años según refiere, en
los albores de su fecunda actividad como escritor de este género.
Hiperactividad literaria, que ha logrado lanzarlo al hiperespacio de este
género con varias obras publicadas. La
primera de estas; Venus Reluciente (2012),
luego, Nova (2013) La Senda del Kharisiri, Adela Zamudio y la Guerra del Pacífico
(2014) y Waka Kaka (2015). Ha compilado
los dos primeros volúmenes de la Antología de Narrativa de Fantástica y
Ciencia Ficción del Grupo “Supernova”, del cual en integrante y fundador.
Aparece en la I Antología de Ciencia
Ficción Boliviana. Las Remotas Edades, II Antología Virtual de Cuento, poesía y Dramaturgia.
Muchos volúmenes yacen en animación suspendida en su laboratorio de
papalbras, esperando su tiempo. En su actividad terrícola, pertenece también al
PEN-Bolivia filial Cochabamba, es trombonista de la “Orquesta Filarmónica de
Cochabamba” y la afamada banda de “D
Jazz Big Band”. Le damos otra bienvenida a esta dimensión humana a este caro
hermano espacial y le deseamos mayores éxitos en sus futuros vuelos en el
tiempo y el espacio.
*Escritor, poeta, antologador, miembro de SUPERNOVA y ESUM
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