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“Comando Águila Nocturna”, un heroico operativo cósmico que se plasma en la Tierra

 

Por Gonzalo Montero Lara*

Luego de la materialización planetaria y la puesta en escena de muchos acontecimientos que la Ciencia ficción había anunciado como un producto de la siembra de ideas que florecieron merced a la capacidad anticipatoria de los pioneros de este audaz género literario, al cual muchos ya no miran con desdén; más bien, con respeto y temor, ante la confirmación de sus predicciones, mediante las cuales los escenarios utópicos o distópicos que construyen, van ratificando el trabajo de estos singulares escritores. La ciencia actual oficia de telón de fondo de acontecimientos cósmicos planetarios y extra planetarios en infinitas posibilidades descriptivas, algunas de las cuales versan sobre temas de creación-destrucción-recreación, en medio de luchas bipolares, rompiendo el equilibrio de la eterna dualidad de luz-oscuridad, positivo-negativo y transformación-cristalización, por lo tanto, generando en ese entorno las guerras de dominio y aniquilación de sus criaturas… tal como viene ocurriendo con nosotros, humanoides habitando el planeta Tierra.  


Es la energía devastadora del propio fuego mitológico de Ruphay o Prometeo; desatada por la inevitable dualidad de la existencia que ingresa al ciclo del uróboro, para comerse la cola. La novela “Operación Ruphay Kutimun: La liberación de Prometeo” de Iván prado Sejas, uno de los pioneros de la ciencia ficción boliviana moderna, inicialmente introduce el condimento neoindigenista en las comunidades subacuaticas Xanto; y luego, se adscribe  a los subgéneros de la Space ópera y Gadget History con tonalidades propias de un “viaje multicolor” señalado con total propiedad por la escritora Teresa Constanza, quien remata el aserto con un enunciado profético: “…los lectores no serán los mismos al llegar al último párrafo de la novela”.

Este viaje multifacético lleva de la mano al lector, cómplice del operativo, por los senderos arborescentes del árbol de la vida, donde Iván Prado ejercita una prolija alquimia literaria, capaz de introducir en la realización de un operativo de corte militar, la participación de diferentes planos de existencia, agujeros de gusanos para los viajes espaciales impensables, la posesión de cuerpos energéticos  de seres vivos en otros, armas de aniquilación masiva, armas compasivas, en una lucha maniquea, con tropas y operadores al mando de un estado mayor conformado por espíritus superiores de Shamballa para hacer frente a los propósitos  del lado oscuro de la existencia, representada por una raza reptiliana agresiva, integrantes de una sociedad clasista, asimétrica, discriminadora y hostil, curiosamente parecida a la actual humanidad terrícola. Las incidencias son de comprensible “ritmo acelerado” para poder abarcar el enorme continuum espacio-tiempo del relato, como señala en un comentario el escritor de ciencia ficción Dennis Morales.  Así, Iván Prado Sejas, incansable caminante en el espacio-tiempo literario dentro de un multiverso singular con propiedades multidimensionales, nos presenta una obra que lanza al lector más allá de la imaginación y del realismo cotidiano.

* Gonzalo Montero Lara, escritor, poeta y ensayista.


CIRPHYA: Hacia un universo maravilloso lleno de misterios


"Cirphya: Una Aventura Galáctica" es la segunda obra de ciencia ficción infantil-juvenil del autor boliviano Alejandro Canedo Vélez. La historia se desarrolla en un universo lleno de maravillas y misterios, donde los personajes viajan a través de una galaxia llamada Cirphya, llena de cosas tan extrañas y maravillosas que desafían la imaginación.

La trama se centra en la vida de Mulu, un personaje que vive en Ciudad Chatarra, una ciudad espacial construida con pedazos de naves viejas. Mulu es un sinsar, una de las pocas civilizaciones que habitaban en un solo planeta. La historia de Mulu es especialmente conmovedora, ya que lleva consigo la nostalgia de su hogar y la incertidumbre de una misión que le fue encomendada por Absento, el Umir.

El libro también presenta una variedad de personajes intrigantes y bien desarrollados, como Anenjo, un ser que puede cambiar de forma y que se convierte en una fuente de conocimiento para el protagonista. Los personajes son parte de civilizaciones que han existido por millones de años, lo que aporta una rica profundidad a la historia.

El universo de Cirphya está lleno de ciudades espaciales, lunas que son como joyas y planetas cuidadosamente preservados. Las ciudades espaciales, o grotadaks, son inquietas y viajan a lo largo y ancho de la galaxia, recogiendo muchas cosas de remotos lugares de Cirphya y asimilando rasgos de muchas culturas.


Uno de los aspectos más destacados del libro es la "Guía de exploración" que se encuentra al final. Esta guía contiene mapas, líneas de tiempo, un catálogo de naves y códigos QR que complementan la lectura y convierten al libro en una especie de juguete. La guía ayuda a los lectores a navegar por el universo de Cirphya y a entender mejor la historia y los personajes. Además, cuenta con numerosos pies de página que más allá de complementar datos, desafía al lector a cuestionarse e investigar.

En cuanto a los valores que destacan en el libro, se puede mencionar la importancia de la imaginación, la curiosidad y la búsqueda del conocimiento para resolver los desafíos. También se resalta la importancia de la preservación del medio ambiente, ya que los planetas con vida en Cirphya son cuidados con mucho esmero.


El libro está ilustrado por Salvador Canedo, hijo del autor, lo que enriquece aún más la lectura acercando al lector a parajes insólitos y personajes memorables.

En resumen, "Cirphya: Una Aventura Galáctica" es una obra fascinante que transporta a los lectores a un universo lleno de maravillas y misterios. Con personajes bien desarrollados, una trama intrigante y una guía de exploración interactiva, este libro es una excelente elección para los jóvenes amantes de la ciencia ficción.

Tomado de la página web del libro: www.cirphya.com

OPERACIÓN RUPHAY KUTIMUN: La liberación de Prometeo

 


“Operación Ruphay Kutimun, novela de Iván Prado Sejas, es la suma de múltiples aventuras narradas en un ritmo rápido y provocador, que ayudan al lector en el descubrimiento de la pluralidad de planos y dimensiones que rodean a la simplicidad percibida por nuestros sentidos humanos, limitados por nuestra naturaleza. Por un lado, se dan valerosos saltos hiperespaciales a los cúmulos estelares más lejanos, mientras que en la Tierra se visitan parajes recónditos, llenos de peligros y misterios. La lucha eterna del bien contra el mal se hace patente aún en las esferas más altas, veladas al común de la humanidad, cuya evolución debe proseguir, a fin de cuentas, siempre hacia el lado luminoso, hacia la liberación de Prometeo.”


Dennis Morales Iriarte, escritor de ciencia ficción y poeta.

Esta novela está a la venta en Libreria Kipus. 

LIBRERIA KIPUS, MATRIZ Y SUCURSALES




Kori-Marka: una curiosa novela de ciencia ficción de los años treinta



Freddy Zarate*
La visión futurista de una sociedad utópica o distópica es un tema que ha perseguido insistentemente a filósofos, novelistas y ensayistas de todas las épocas y contextos. Se puede mencionar por ejemplo, la República de Platón; la Utopía de Tomás Moro; Una utopía moderna de H. G. Wells; Nosotros de Evgueni Zamiátin; Un mundo feliz de Aldous Huxley; 1984 de George Orwell, entre otros. Este género narrativo también fue cultivado en Bolivia, tal es el caso del escritor Julio Aquiles Munguía Escalante (1907-1983), quien después de ausentarse por varios años en Estados Unidos y Europa retornó a la ciudad de La Paz en de la década del treinta. A la postre, publicó la curiosa novela intitulada Kori-Marka, que lleva el sugestivo subtítulo La novela de Tiawanaku (Imprenta Artística, La Paz, 1936).

El relato tiene como protagonista principal a Chuqui-Wayna (joven de oro), quien sale de su comunidad denominada Kori-Marka (ciudad de oro) para dirigirse a la población de Tiwanaku, en donde logra conseguir un puesto de trabajo como ayudante de excavación. Terminada la faena arqueológica, Chuqui-Wayna ruega acompañar a la comitiva que debe retornar a la ciudad de Nueva York con todos los objetos hallados.

Tras varios años de residencia en Norteamérica, Chuqui-Wayna empezó a rememorar las palabras de su viejo amigo Wari (sabio de su comunidad) acerca de los fabulosos tesoros escondidos por los incas; estos recuerdos de infancia hacen que retroceda unos diez mil años, logrando visualizar la ciudad de Tiwanaku en todo su esplendor. Tras una apurada meditación decide retornar a Bolivia para emprender la búsqueda de la soñada fortuna. La expedición fue financiada por un comerciante estadounidense llamado Albert Pickwood; se empezó la expedición con un alto grado de incertidumbre que fue bautizada con el nombre The Kori-Marka Exploration Company. Después de una extensa búsqueda empezaron a llegar al campamento las primeras muestras de láminas y estatuillas de oro. Al ingresar en la profundidad de una grieta descubrieron el anhelado templo de oro en donde el metal precioso reverberaba entre el moho y el lodo. Los seis intensos meses de búsqueda dieron ganancias exorbitantes que ascendían a trescientos millones de dólares en oro, de los cuales correspondía a Chuqui-Wayna cien millones y una pequeña cantidad al Estado boliviano. Al retornar a Norteamérica, la prensa neoyorquina le otorgó los calificativos de “Rey del Oro” y “el último descendiente de los incas”. Este reconocimiento le significó que las academias, las instituciones científicas, los círculos intelectuales y las universidades le otorgaran plácidamente títulos honoríficos, “sin haber visto un solo libro ni por el forro, era doctor honoris causa”.

En este punto de la novela, el escritor Julio Aquiles Munguía hace un corte para dar un salto futurista: “Es el año de 1950. Han transcurrido quince años desde el encumbramiento de Chuqui-Wayna”. El autor avizora los cambios drásticos que sufriría la ciudad de Nueva York en corto tiempo: “Es una ciudad estupenda que la de tres lustros atrás (…). De todos los rincones del orbe llegan caravanas de peregrinos ávidos de conocer sus fantásticos adelantos (…). Es la ciudad maravillosa, la campeona ante la cual se inclina el mundo”. En ese tiempo se vislumbra un hacinamiento de altísimos cuerpos prismáticos moteados que llegan a la increíble altura de doscientos pisos sobre el nivel de la tierra y cuyas cúspides agudas se desvanecen entre las nubes; estas figuras darían una mirada fantasmagórica de la ciudad, en cuyos precipicios artificiales se esparciría la humanidad cual insignificantes hormigas.

A decir de Julio Aquiles Munguía, la arquitectura de esa época estaría encarnada en cada edificio que sobrepasaría toda fantasía: “Se eleva hacia el cielo en forma escalonada o piramidal, son verdaderas ciudadelas poliédricas donde viven miles de habitantes que no tienen la necesidad de salir sus límites porque disponen de todas las comodidades”. Estas ciudadelas tendrían plataformas de aterrizaje en donde se encuentran los aéreo-vehículos. Con respecto al tráfico aéreo, el autor señala que esta se encontraría reglamentada y controlada por torres en forma de conos invertidos que llevarían sirenas potentes con diferentes sonidos cuyo fin estaría enfocado en regular el tráfico aéreo con matemática exactitud. Esto se ve reflejado –escribe Munguía– en la vida cotidiana que se ha reducido al aire: “Hasta las calles y las avenidas son aéreas, que están conformadas por elevados puentes que cruzan las vías públicas y traspasan los edificios, formando una enmarañada red por donde transitan millones de peatones”. A pesar de esta locura por el dominio aéreo, las arterias de la superficie terrestre no desmerecerían la intensidad del nutrido tráfico que las caracteriza. Los vehículos más utilizados en esta esfera urbana serían los tranvías verticales y los automotrices subterráneos que atravesando túneles, puentes y calles aéreas llevarían cargamentos de masas humanas de un lado a otro de la descomunal ciudad con una velocidad asombrosa.

La modernidad futurista que vislumbra Munguía esta encarnada por los enormes rascacielos, pero sobresale la Universal Station, que es “un hermosísimo y gigantesco palacio ultramoderno de forma cilíndrica, en cuyos contornos más elevados se enroscan varias pistas superpuestas de aterrizaje donde descienden los aéro-vehículos que llegan de todos los rincones del planeta”. En las plantas bajas y los subterráneos de la Universal Station saldrían y llegarían centenares de trenes cada cinco minutos, estos serían arrastrados por velocísimas y bruñidas locomotoras que tendrían la forma de dirigibles y proyectiles que diariamente lograrían transportar millones de personas; esta explosión demográfica, en palabras de Munguía sería “un verdadero hormiguero humano”.

Otro aspecto llamativo que concibe Julio Aquiles Munguía se encuentra en la abolición de la Ley seca, esta disposición legal dio como resultado un creciente libertinaje en grado superlativo: “En los teatros, en los cabarets, en las danzas, en la indumentaria femenina, se redujo a túnicas multicolores de finísimas sedas transparentes, ceñidas sobre los cuerpos completamente desnudos, dejando percibir sus cuerpos atractivos”. Los hombres vestirían trajes bordados cuya ropa interior sería bastante corta y ajustada mostrando una fornida perfección de sus atléticos miembros. Este aspecto sería el principal incentivo visual para las mujeres de esa avanzada época.

La estética corporal del hombre moderno “está en alza, la belleza espiritual por los suelos”, dice Munguía. Los bailes estarían encarnados por la extravagancia y sensualidad: “Uno de los más inofensivos es el Dog’s Trot, en donde imitan el acoplamiento de los canes”. Curiosamente, en la actualidad este tipo de baile se hizo popular dentro de la juventud, que lleva el nombre del “perreo”, que llega hacer una imitación de los movimientos del coito en la postura del perro.

El escritor Julio Aquiles Munguía tras esta descripción de los avances tecnológicos, pone en escena a Mr. Andino Gold desembarcando en la Universal Station en una de las naves aéreas transcontinentales; este potentado y celebérrimo personaje no es otro que Chuqui-Wayna, cuyo nombre fue sajonizado desde que obtuvo la categoría de “Rey del Oro”. La ostentosa vida llena de riqueza y fama llegó a saturar el espíritu de Mr. Andino, la cual planificó una descabellada idea que consistía en construir una ciudad parecida a Kori-Marka. Para este cometido, contrató arquitectos y artistas que llevaron a cabo una de las más sonadas excentricidades en la ciudad de Nueva York. Al cabo de un año, concluyeron la monumental obra denominada la Golden City o la Ciudad de Oro, que es pintada por el autor como una gigantesca metrópoli caracterizada por su suntuosidad; cuya finalidad radicaría en promover la exhibición del placer en todas sus manifestaciones. Para lo cual, Mr. Andino ideó realizar la “Feria del Placer”, en donde se revelaría al mundo todo lo que el hombre y la mujer inventaron para deleitarse sexualmente. Enseguida, Mr. Andino convocó al primer Concurso Mundial de Belleza y esparció a los cuatro vientos la noticia de la inauguración de la Golden City y la “Feria Mundial del Placer”.

El autor narra algunos pormenores de la noche del inició de la Feria del Placer: “Se encendieron millares de reflectores y luces multicolores (…), se escuchaba un ruido ensordecedor que se confundía con el murmullo de los millones de espectadores diseminados alrededor de la Golden City”.

Una vez abiertos todos los pabellones o templos –llama la atención dice el autor– el Templo Venus que en la puerta de ingreso se encuentra custodiada por dos eunucos: “En su interior se exhibe una valiosísima colección de reproducciones en mármol blanco de todas las Venus. Se encuentran allí la afrodita de Milo, de Médici (…). Junto a cada estatua se hallan mujeres bellísimas y perfectas con sus níveos cuerpos desnudos (…). La estancia respira excitantes y deleitosos perfumes. Una música célica incita a adorar la belleza con un misticismo pagano”. El autor describe distintos templos, todos cargados de lujuria y placer, tanto así que “el visitante que ingrese sale atiborradísimo de sabiduría erótica”. También se encuentra el extravagante templo dedicado al culto de Satanás, “donde se llevan a cabo saturnales, aquelarres, misas negras, otras tantas ceremonias en honor a los demonios”. Los excesos de la carne descritos por Julio Aquiles Munguía, son calificados como la “demonélica ciudad donde se halla condensada toda la vida moderna, con su séquito de ciencias, artes y política, y todo cuanto significa avance, inteligencia y músculo”.

En el epilogo de la novela, Munguía nos muestra un desenlace apocalíptico a consecuencia de la apropiación del tesoro maldito de Kori-Marka: “La Golden City arde… Semeja un infierno dirigido por Astarté, Belial y Asmodeo”. La destrucción de la ciudad neoyorkina sería producto de unas bombas que hundirían los altísimos edificios como si se tratara de torres de papel. La gente que momentos antes se divertía en la “Feria del Placer” lanza gritos espantosos y corre aterrorizada.

El escritor Julio Aquiles Munguía con la novela Kori-Marka logró fusionar una fabulación entre una utopía y una distopía. Alcanzando en su narración una cohesión entre la reconstrucción histórica-mítica de Tiwanaku; llegando a concebir una visión futurista en donde el ser humano alcanzaría increíbles logros tecnológicos pero con un final espeluznante: Munguía, adelantándose a su época, llegó augurar los adelantos tecnológicos y la degradación moral de una futura sociedad de los años cincuenta, en este punto, le faltó al autor una mirada más amplia al siglo XX. Pero, no hay duda de que esta narración es peculiar en las letras bolivianas por la temática abordada. En la actualidad, el libro y el autor merecen una relectura o redescubrimiento –en tiempos en que la ciencia y tecnología avanzan a pasos agigantados– en donde muchos pasajes de la novela Kori-Marka no son nada exóticas para la actual generación del siglo XXI.
Literato
*Fuente: http://www.opinion.com.bo/opinion/suplemento.php?a=2019&md=0310&id=16109&s=3

HACIA UNA LITERATURA NEOINDIGENISTA A TRAVÉS DE LO FANTÁSTICO



PRÓLOGO DE LA I ANTOLOGIA DE LITERATURA FANTÁSTICA NEOINDIGENISTA
Iván Prado Sejas & Willy Oscar Muñoz

El imaginario ha surgido en todas las civilizaciones perpetuando así las historias ficcionales en la mente humana. En los primeros tiempos de la humanidad, los mitos y las leyendas dieron lugar a la invención de personajes que estaban más allá de la realidad. Los dioses y semidioses compartían el mundo con el ser humano para oscurecer o iluminar su existencia, gracias a la imaginación. Dicha coexistencia hizo posible el florecimiento de héroes, heroínas y villanos, quienes generaron o el orden o el caos en el desarrollo de sus respectivas sociedades. Así,  los mayas consideraban a Quetzalcóatl como un semidiós, quien dirigía una nave dotada de una serie de instrumentos espaciales. En el poema de Gilgamesh, según la creencia de los sumerios, un dios se hizo hombre: era un gigante que vivió cientos de años. Igualmente, en los textos  hindúes, como el Mahabharata, se leen la presencia de naves voladoras llamadas Vimanas, las que portan armas de destrucción masiva. En las culturas antiguas, entonces, se consideraba el imaginario, lo ficcional, como parte de la existencia misma. La literatura  fantástica, desde sus inicios, ha formado parte de las sociedades aborígenes.
El investigador argentino Carlos Abraham, concluye que la ciencia ficción surge a partir de cuatro modalidades literarias: los “viajes extraordinarios”, el “futurismo”, lo “gótico naturalizado” y la “realidad esotérica”. Las narrativas que tienen como fondo las mencionadas modalidades hacen posible que la ciencia ficción se constituya en un género literario. Con el transcurso del tiempo se desarrollan distintos subgéneros literarios que diversifican los contenidos de la ciencia ficción. Entre esos subgéneros sobresalen la narrativa neoindigenista y la narrativa fantástica neoindigenista, las que responden a las necesidades contextuales andino-amazonicas. En dichas narrativas se posiciona al indígena como personaje principal de odiseas espaciales, de viajes en el tiempo, como habitante en sociedades utópicas o distópicas o en universos multidimensionales.
El neoindigenismo, según Antonio Cornejo Polar, recurre a una de las formas del realismo mágico que recupera lo mítico de las culturas indígenas, incluye el lirismo en el relato y concede mayor espacio en la narración a las transformaciones sociales del indígena, a su marginación del acontecer nacional. En consecuencia, la literatura fantástica neoindigenista se desarrolla gracias al crecimiento del espacio narrativo que se otorga a la clase indígena, población que forma parte importante de su medio social. Los escritores de dicha literatura posicionan al indígena como personaje principal y/o secundario en un contexto de factores sociales, económicos, políticos y antropológicos, temas que tienen como fundamento lo fantástico. Sin embargo, cabe hacer notar que el indígena ya no es más el sujeto dominado por grupos de poder. Éste deja ya de ser la víctima, codificación que diferencia el neoindigenismo del indigenismo. El indígena,  tal como está ficcionalizado en la narrativa neoindigenista, adquiere una posición importante como personaje y su comportamiento responde a una diversidad de conductas.     
Los escritores incluidos en la Primera antología de literatura fantástica neoindigenista codifican cuentos que dejan constancia de las múltiples modalidades de la ciencia ficción y de la narrativa fantástica. Liliana Colanzi, Marcela Gutiérrez y Gary Daher inscriben al indígena en ámbitos donde lo natural y lo sobrenatural coexisten en una misma realidad vivencial. Adolfo Cáceres, Dennis Morales, Víctor Grippoli y Gonzalo Montero imaginan al indígena en ambientes donde la leyenda se hace realidad, la dualidad deviene parte de la existencia, los conflictos adquieren proporciones cósmicas, espacios en los que se enfrentan ejércitos espaciales de indígenas, donde la contaminación o la destrucción masiva no acaban con la esperanza o inventan cuentos en los que el clon se involucra en aventuras insospechadas. Alison Spedding codifica una ch´amuchina espacial con personajes de distintas culturas. Carlos Enrique Saldívar, Miguel Kunturi y Biyú Suarez crean sociedades indígenas en cuyos cielos surcan naves espaciales tripuladas por viajeros del futuro o por mujeres colosales domadoras de hombres, narraciones que incluyen actos rituales o raptos de brujos. Giovanna Rivero, Valeria Rodríguez y Oswaldo Castro literaturizan vivencias rarefactas extrañas. Fernando Ortiz, Luis Barragán y Homero Carvalho recurren a temas como la magia, la maldición o inventan seres fantásticos e insertan símbolos para ampliar la concepción de realidades insospechadas. En los cuentos de Sergio Gaut vel Hartman, Daniel Frini y Jorge Valentín Miño, el personaje indígena realiza viajes en el tiempo para experimentar sociedades alternas y abigarradas.
Esta Primera antología de literatura fantástica neoindigenista representa el esfuerzo de PENBOLIVIA con el propósito de estimular la creatividad de los escritores del Cono Sur en estos géneros literarios. El otro objetivo de los compiladores es que los lectores se percaten de la existencia de una veta neoindigenista en la literatura de ciencia ficción y en la narrativa fantástica, modalidades que rompen los esquemas tradicionales al combinar la creatividad y la imaginación con el fin de especular sobre mundos conocidos y desconocidos, pero siempre enfatizando su dimensión fantástica.