Comentario de Gonzalo Montero Lara sobre la obra: Hyperrealidad: El Evangelio de las profundidades:
El ingreso de Dante a mundos infernales, peregrinando por
pesconocidos abismos detrás del espíritu de Virgilio, resulta una adecuada
analogía, para comentar el viaje a una densa Hyperrealidad tras las palabras brotadas
de la pluma empuñada de Ronald A Rodríguez Gonzales, Premio Nacional de
Literatura 2011. Mano creadora del autor pulsando una tablero de control, en
cuyo monitor de fantasía, se diluyen las leyes de nuestra lógica tridimensional
y se difumina la razón. El tiempo adopta
un comportamiento helicoidal donde su posicionamiento espacial tambalea en las
cuerdas flojas del Principio de Incertidumbre o Indeterminación de Heisenberg.
La información o mejor dicho los sistemas informáticos resultan una especie de
alfa y omega de una hyperrealidad donde el lector es vapuleado por fuerzas que
emergen del texto muchas de las cuales guardan semejanza con las energías
primordiales de la vida. La libido, la agresividad, la dominación, la
sobrevivencia, estructuran el hilo
conductor que se interrumpe en forma permanente como los pulsos del infinito
tablero del MULTIVERSE, versión parecida a la MATRIX que no se devela si es un monstruoso producto para el
control de las relaciones reales o hiperreales de los precarios protagonistas fatalmente
atrapados en su descomunal red o es el origen de un multiverso donde se invalidan
todas las leyes clásicas que sostienen nuestro universo, newtoniano o binario
tal como lo conocemos. En medio de luchas maniqueas donde resulta indistinguibles
los héroes y villano. Aparecen fantasmas como Lilith, devorando de manera
insaciable todos los fermentos primigenios en homenaje a un reordenamiento
creacional o recreacional del caos permanente.
Interrumpo por un momento el comentario,
para contemplar con justificado recelo la computadora que opero, sin tener
ya certeza si soy yo quien realmente la
manejo o solo soy “vigilante” programado en esta insignificante terminal con hileras
de símbolos de códigos desconocidos para nuestra capacidad de comprensión
humana o constituyo una elemental ecuación para completar una desconocida
charada cósmica. Historia que en “nuestra” realidad resultaría solo una sombra
en una impensable vorágine que nos envuelve como una capsula de materia oscura.
Los párrafos finales de la narración nos
permiten interactuar con personajes más mundanos como Rodrigo, Martha, David
cuyas existencias miserables deambulan y se revuelcan en el lodo de una cotidianeidad
familiar: violencia, sexo, drogas, pornografía, que configuran un terreno
conocido, que nos permite suspirar aliviados aparentemente alejados de la
terrible pesadilla del MULTIVERSE, acechando nuestros sueños como a Xymi Kay, para violar nuestra endebles intimidades.
Ronald Rodriguez Gonzales, presenta un trabajo diferente,
sorprendente, que rompe paradigmas de tipo narrativo con una peculiar imbricación de planos temporales y espaciales manteniendo la argamasa de su
tema central como un telón de fondo que no permite escapar de la narración cuya
violencia en ocasiones chocante, resulta
otro pegamento que aumenta su adherencia. El lenguaje accesible con neologismos
como “multiverse” propios de los escritores del género revelan un largo trabajo
de orfebrería literaria, con manejo temas informáticos. Iconográficos,
bíblicos, astrofísicos, filosóficos, esotéricos y otros.
La obra HYPERREALIDAD: EL EVANGELIO DE LAS PROFUNDIDADES,
del género de ciencia ficción, cuyos cultores se hallan en franca emergencia,
ostenta un merecido galardón nacional. La obra premiada en Santa Cruz de la
Sierra invita a disfrutar de una infinita posibilidad de lecturas para
infinitos lectores interdimensionales que estoy seguro que son todos los seres que
acceden a los ciberespacios de Fondo Negro y Ciencia Ficción en Bolivia.
Muy buena perspectiva, Gonzalo.
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