Por: Andrea Jeftanovic
Fuente: http://www.ecdotica.com/2012/11/12/la-vera-giovanna-rivero/
Estamos acostumbrados a los homenajes literarios en la tercera de la
edad de los autores, o a veces a los tristes homenajes póstumos. Yo
asistí a uno de una escritora joven y en pleno ejercicio. Sí tuve la
oportunidad de participar en la 17 Feria del libro de La Paz, y
acompañar a mi amiga y colega Giovanna Rivero en el homenaje que le
brindó La Cámara del Libro de La Paz. En dicha oportunidad, su gerente,
la carismática Patricia Navarro dirigió unas hermosas palabras de
agradecimiento y orgullo para con Giovanna que había sido distinguida
como uno de los secretos mejor guardados de la literatura
Latinoamericana para la FIL de Guadalajara 2011.
Pero las sorpresas y los homenajes no se detuvieron ahí. El nombre de Giovanna Rivero
es una marca registrada en la literatura de su país. Fui testigo del
aprecio de los lectores, de los seguidores en cada una de las mesas
redondas y pasillos del recinto ferial. Es más, vi como un domingo salió
su foto y largos reportajes en los suplementos culturales de la ciudad.
Una y otra vez la narradora cruceña destacaba por sus respuestas
contundentes, auténticas y encantadoras. En una de las oportunidades,
para ser precisa, mientras nos maquillaban para el programa de
televisión del periodista Jimi Iturry se acercó una mujer joven que al
reconocerla le comentó que hacía teatro con uno de sus textos
infantiles. Creo que la abrazó y ahí estaban los asombrosos hilos que
tiende la escritura. Así es, los textos viajan por lugares
insospechados, y todos quienes hacen literatura juvenil tienen la
recompensa de llegar a aulas y a lectores ávidos y en formación.
Confieso que cuando conocí a Giovanna personalmente, en un residencia literaria en la ciudad de Alcalá de Henares, yo miraba de reojo a la autora del libro Sangre dulce
y espiaba su darkness, su pluma filuda, sus imágenes precisas.
Apreciaba el continente Rivero en el que confluye lo punk, lo erótico,
lo maternal, lo poscyberg, el gótico, lo latinoamericano, la
reivindicación de la mujer. Pero también he aprendido que cuando quieres
catalogar a Giovanna ella se te escapa. Autora versátil, cuentista,
novelista, cronista, de literatura infantil y juvenil, precursora de la
novela híbrida con Tukzon, historias colaterales; y
como si no fuera suficiente, ahora cultora del género de ciencia
ficción. También está su lado salvaje, la exploración de un erotismo
fino y audaz, la extranjería, la identidad de la mujer. Ella misma ha
dicho que ningún libro suyo se parece a otro. Siempre hay algo
inquietante en sus universos plagados de ágiles recursos narrativos para
construir una historia que se desenvuelve en un mundo a la vez bizarro y
familiar, por ejemplo, un par de primos que hunden sus dedos en la
arena y cazan alacranes mientras se contagian de un virus mortal, dos
mujeres internadas en una clínica psiquiátrica que luchan por una
gilette para depilarse, una estrella porno que lucha contra muñecas
japonesas, una mujer que estalla en pedazos tal como las Torres Gemelas.
En el universo de la autora veo más criaturas que personajes,
criaturas cinceladas con amor al punto que sentimos latir sus corazones
salvajes, criaturas que deja desbarrancarse en algún naufragio frente a
nuestros ojos lectores pero que de algún modo se salvan.
No por azar la nueva novela de Giovanna, que tuve la oportunidad de presentar, se titula Helena 2022: La vera crónica de un naufragio en el tiempo.
Tal vez porque ella es una autora orientada al futuro, Giovanna se nos
escapa, asume travesías, vive en un constante estado de inquietud que
ahora fija en el año 2022. Esta novela presenta a un grupo de niños
reclutados para una cruzada espacial y “especial”. Tres niños bolivianos
son seleccionados, Bicho, Mateo y Morete, y son entrenados para
conducirlos a un remoto planeta con similares características a la
Tierra. Pero cuando íbamos directo al futuro, la autora nos lleva al
pasado. El arca naufraga en el espacio e ingresa en un agujero negro que
transporta a la tripulación a un tiempo y lugar remoto: el año 1633, en
Italia. Son tiempos oscuros, cunde la peste negra, está activo el
Tribunal de la Inquisición, es el tiempo del dilema de las verdades: el
paradigma religioso versus el científico. Los niños comparten calabozo
con Galileo Galilei, justo cuando se desarrollaba el juicio al famoso
astrónomo de Pisa. Época de cambio de paradigmas, de los últimos
absolutismos.
El proyecto Helena 2022 es una utopía. Sí, porque
las utopías tienen el horizonte de soñar un mundo mejor. En la historia
de la literatura hay muchas historias en las que nos niños parten a otro
mundo mejor. Al igual que en esas fábulas el mundo al que van estos
niños en la barca Helena aparece como la promesa de una “tierra
prometida”. Más allá del mundo fantástico que se le ofrece a un niño,
está el antiguo sueño del mundo perfecto, del mundo mejor.
El nuevo de Giovanna
es una inteligente aventura literaria entre el pasado y el futuro, la
realidad y la ficción, ofreciendo una perspectiva única y compleja sobre
el deseo de cambio, de libertad. El sentido de la utopía supone
imaginar sociedades alternativas y perfectas pero la utopía, por
etimología, es el ningún lugar. Y ese ningún lugar es en este caso un
naufragio. Los tres niños bolivianos emprenden un viaje sin retorno, han
dejado casas con padres trabajólicos o depresivos. Su viaje tiene
bastante del viaje del héroe y sus etapas. Los tres pasan una y otra
prueba: frío y nieve, uno tiene un accidente que lo lleva a perder una
pierna, los encuentros con una niña albina con aires de Luzbel. Especial
atención hay que prestar a los fragmentos que corresponden a los sueño
de Bicho, sueños cargados de significados, ciertas premoniciones
sincronizadas.
La vera crónica de un naufragio en el tiempo nos invita a cruzar los
planos temporales, como toda obra de ciencia ficción se pasea por toda
la franja del tiempo: pasado, presente y futuro, y ve la realidad de un
modo cambiante (Mora Vélez). Acá está el Renacimiento, Hansel y Gretel,
Blancanieves, la pobreza latinoamericana, campos de arroz en el río Po,
tormentas eléctricas, habitar una cueva como primitivos, tiempo medido
en miliquarks, la carroza, el carnaval, el juicio a Galileo Galilei. La
investigación de la física cuántica indicada para explosionar la fábula.
Porque acá no hay magia sino ciencia. También hay una fuerza pagana en
la confluencia de misteriosas líneas cósmicas materiales, paisajes y
fluidos. Pero ahora las líneas no están todas trazadas en el
espacio-tiempo, y a veces como se nos dice “el futuro no es el mejor
lugar”. Tal vez Mateo Bicho y Morete nos enseñan los aprendizajes mutuos
de esa travesía interrumpida.
Hay que aceptar la aventura que Giovanna nos propone, atreverse a
mirar por el lente, por el telescopio de Galileo Galilei, aunque en un
comienzo haya oscuridad, aunque en un inicio solo exista “una lejana
chispa humilde y haya que esperar que todo se llene de masa y amor”.
Porque desde hace un tiempo esta autora ha comenzado a susurrar sus
naufragios y estallidos. Hay una salvación en el fondo del alma de sus
criaturas. Como Galileo Galilei, veo en Giovanna disciplina e
imaginación para salir a flote. La ciencia como escenario de una intriga
inteligente que sitúa a los lectores juveniles en un lugar de
conocimiento y desafíos.
No sé ustedes, pero yo confío plenamente en una autora que dice
“Escribo para participar en el mundo y para multiplicar la vida”, que
escribe sobre cataclismos y criaturas, que nos hunde y nos salva.
Fuente: Ecdotica
0 Comentario(s):
Publicar un comentario