¡Tierra! de Stefano Benni

Hay espacios dentro de la fantasía y la ciencia ficción de difícil acceso y más difícil desarrollo, el humor es una de esas regiones pocas veces visitada y de aquellas pocas, solo unos cuantos sobreviven victoriosos. Nombres como Douglas Adams o Terry Pratchet son entre aquellos pocos que han logrado acometer este trabajo, produciendo obras cómicas que no dejan de pertenecer al género. No hablo de obras que parodien el género, sino que lo asumen completamente y logran  convertirse en maravillas de la sátira, la crítica y el análisis.

Lejos de las principales corrientes y obras más conocidas me encuentro con otro autor que del calibre de estos. Quizás no tiene la sutilidad de Adams o el largo aliento de Pratchet, pero esta obra es digna de estar a su lado.

La historia central no es difícil de explicar, un mundo futuro en el que la tierra es presa de un invierno atómico y la energía empieza a escasear, un extraño aventurero descubre en una apartada región del cosmos un planeta similar a la tierra que podría convertirse en la nueva esperanza del ser humano. Al mismo tiempo, excavaciones debajo de la ciudad Inca del cuzco buscan el Corazón de la Tierra, una supuesta fuente de energía que salvaría a la humanidad.

Este es el contexto general de la historia. Intentar explicar más detalles sería un trabajo casi imposible, puesto que la novela contiene un desborde imaginativo difícil de describir. Máquinas expendedoras de coca-cola convertidas en soldados, gigantes tatuados con mapas de lugares desconocidos, videojuegos que electrocutan al que pierde, abejas ingenieras, sexo robótico, ninjas, periodistas que sólo hablan con titulares, ratones soldados, naves-palacios árabes y una multitud  de otros descubrimientos del autor que no considera su obra exactamente ciencia ficción.

"Yo amo a la ciencia ficción. Sin embargo, creo que algunos escritores de este género están un poco paralizados por un código no escrito de qué es ciencia ficción que la han convertido en algo mecánico. Mi libro Tierra! no es un libro de ciencia ficción, pero sí un libro de libre imaginación de cómic con un background de sci-fi y panorama."

Toda la obra tiene además un sentido del humor ligero, hilarante a ratos, repleto de referencias en otros momentos. Entre sus temas principales el autor hablará de política e ideologías, de la destrucción de la tierra y de nosotros mismos, de la música como libertad, y la bastardización de cualquier elemento vivo y libre por parte de las grandes corporaciones. La novela está oscurecida de rato en rato por la tristeza sobre el ser humano y la destrucción de la tierra, así como de nuestros defectos como grupo humano.

Estos elementos convierten al libro de una idea divertida a una verdadera obra de ciencia ficción.  El autor aclara en una entrevista : "Mala ciencia ficción es un género menor, al igual que los malos dramas y la mala poesía. Buena ciencia ficción es una fantasía vista del presente y del pasado. Phillip Dick, Ballard o Douglas Adams, son, para mí, grandes escritores filosóficos."

El autor, Stefano Benni (1947), es un reputado periodista, humorista irreverente y sarcástico comentarista en il Manifiesto y Panorama.

La presencia de los incas y de los quechuas

Es interesante toparnos en esta obra de un autor italiano de ciencia ficción, uno de los más interesantes acercamientos al mito inca. Algunos elementos tradicionales como las líneas de nazca, esculturas que parecen representar astronautas, la importancia de la astronomía en el pueblo inca, pero también las razones por las que el pueblo inca haya sido vencido con tanta facilidad. Pero más allá de la anécdota, del mito y del cliché, la historia intenta profundizar un poco en la cultura quechua con su respeto por la tierra y por el sol, la fe en el individuo particular y su constante lucha contra diferentes opresiones.

La obra en sus últimos capítulos se hace larga y algo estirada, pero un final verdaderamente ejemplar la cierra con un broche de oro.

1 comentario:

  1. Qué suerte haberla conseguido en la última Feria del Libro de Lima. La edición que tengo es de Anagrama.

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