EL CORAZÓN DE KYAWOJAN, de Miguel Lundin Peredo



La tarde fría cae sobre la ciudad.

Los lobos humanoides, sentados alrededor de un cuerpo, juegan a los dados para saber quién de ellos enterrará el cadáver. Zulkyan camina por las calles en ruinas, acompañado de su perro azul, Sazua. Le dijeron que en Calvahagar nadie podía encontrar lo que él buscaba; no quiso creer en esas palabras y, sin pensarlo dos veces, usó la nave especial, dejando su planeta, para buscar en Calvahagar aquello que su padre había escondido durante las guerras Kyawojan. Zulkyan mira los viejos edificios en ruinas, la guerra había devastado el planeta. Sintió recuerdos, imágenes del pasado que golpeaban su existencia; se acercó a una mujer que leía la suerte en hologramas. La mujer dejó de beber de su cántaro metálico y lo miró, con curiosidad.

-Tú no perteneces a este planeta, forastero.

-Soy un hijo de Gayamara, mujer.

-¿Por qué buscas en el desierto de Kyawojan lo que tu raza dejó escondido en su vientre?

-Hechicera, no sé cómo sabes la razón de mi presencia en la ciudad de Kyawojan; sin embargo, quiero pedirte que me leas la suerte; quiero saber si lograré encontrar aquello que mi padre dejó durante la guerra.

-Tu padre fue un gran guerrero, eso lo dicen los recuerdos holográmicos de esta ciudad, pero cometió un error, dejó que la ambición corrompiera su espíritu. Tú has venido a completar lo que tu padre dejó inconcluso, gayamariano.

-Sólo he venido a recuperar una reliquia que le pertenece a mi raza, hechicera.

-Tu raza siempre necesita de reliquias mágicas para sentirse viva, gayamariano. Hace mucho tiempo, cuando en Kyawojan existían praderas llenas de vida, llegó un guerrero de otra galaxia. Ese guerrero conoció a tu padre; el guerrero, que era de un planeta olvidado, tenía a su lado a una joven mujer que todos anhelaban como esposa. En Calvahagar, antes de la guerra, esa mujer poseía poderes sobrenaturales. Tu padre la amó desde el instante en que le dijo que el sería un gran héroe; que él sería recordado en toda la galaxia. La mujer le dio a tu padre su corazón astral.

-¡El corazón astral!, exclamó Zulkyan.

-No me interrumpas, gayamariano. Cuando la mujer le entregó a tu padre su corazón, él lo usó; usó el poder de ese corazón para ganar la guerra y acabar con los habitantes malignos que existían en Kyawojan. Tu padre se marchó, dejando el corazón oculto en las ruinas de esta ciudad. Cuando su nave abandonó Calvahagar, la ciudad fue destruida por una ola de energía galáctica que provenía de ese corazón abandonado.

-¿Por qué el corazón destruyo la ciudad, hechicera?

-Porque ese corazón no podía vivir sin el amor de tu padre.

-¿Cómo se llamaba esa mujer?

-Esa mujer no tenía nombre, sólo le decían "La Reliquia". Esa mujer era yo, gayamariano; yo amé a tu padre, y he esperado mucho tiempo hasta que alguien llegue a buscar mi corazón perdido.

Zulkyan la miró llorar e intentó secarle las lagrimas. La hechicera se levantó y le mostró una torre. El gayamariano comprendió que allí estaba oculto el objeto místico que buscaba. Caminó hacia la torre y, cuando por fin tuvo el corazón astral en sus manos, escuchó una explosión afuera de la torre. Miró por la ventana y vio el cuerpo de la hechicera en llamas; después, cuando las llamas se apagaron, del viejo cuerpo salió una hermosa joven. La hechicera había dejado su crisálida de mujer vieja, para renacer a la juventud perdida.

Zulkyan le entregó el corazón a la joven mujer que había nacido de esa metamorfosis, y se marchó después que ella le pidiera que sea su esposo. No quiso tener el mismo destino de su padre.





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