Ciencia ficción en el libro de cuentos de Gonzalo Montero


Gonzalo Montero Lara, escritor cochabambino, reconocido poeta, lanzó ultimamente su libro de cuentos: Pétalos de Sangre, con una diversidad de cuentos de tinte político y costumbrista. Sus cuentos amenos, escritos con pasión, posibilitan ver distintas facetas de la vida de los seres humanos. En ese trajin, Gonzalo Montero nos presenta un cuento de ciencia ficción, que dice así...


Victoria de la Pachamama

Autor: Gonzalo Montero Lara
Hoy, al despertar de un extraño sueño, supe lo que pasó. Ayer, al final de una azarosa jornada como todas, los brillantes bioaspiradores automáticos no consiguieron disipar del ambiente el olor a carne chamuscada. Nuestros ojos se fatigaban contemplando el trabajo de las máquinas quirúrgicas de suturar. Pensé ¿Qué hago allí?, doblegando a la noble naturaleza, maltratando su creación, obligándola a transitar por el sendero de la ambición humana.
Yo trabajo, si a esto se le puede llamar así, en un programa de esterilización obligada, a la población, denominado eufemística "Bienestar Familiar". Con salas atestadas de seres sin rostro, unos cubiertos de trajes blancos, tocados con gorros y máscaras; otros dormidos, desnudos. Inermes en la tempestad de oscuros designios.
Abriendo los pesados párpados, recordé súbitamente, que de forma inusual me dejaron solo en la sala de descanso. Después de beber un té de sabor dulzón, quedé profundamcnte dormido ...
Reconocí mi lecho, mejor dicho el que me asignaron en la agencia y, de manera instintiva, explore mi entrepierna, la cara escondida de mi cuerpo reveló al tacto un nódulo pequeño, que ratificó su
presencia con un dolor punzante. ¡Confirmado! La agencia del programa de "Bienestar" me aplicó la "Ley de austeridad familiar", por considerarme un individuo en riesgo reproductivo y no seleccionado para fines de mejoramiento genético de la especie.
Técnicamente hablando me cortaron y ligaron los conductos eyaculadores, procedimientos denominado vasectomía, para que no pueda procrear. ¡Era una verdadera ironía! ¡El perro de caza, cazado!. Tantos años de estudio y ejercicio de la profesión curando y educando una masa creciente de enfermos, hijos de la miseria, que afectaba a millones de humanos, cuya antropofagia cerró un capítulo del masivo asesinato de especies vivientes porque incluso las fieras, otrora más feroces, fueron despedazadas por hordas de hambrientos. Fue entonces que el imperio se apoderó de la tierra, sustentado por un poder bélico inimaginable y una suprema tecnología capaz de todo, menos de conservar la vida.
Fui entrenado por la fuerza en técnicas de esterilización humana, merced a la "Ley de servicio civil obligatorio". Luego pasé a funcionar como un circuito más de esta monstruosa maquinaria destinada por el imperio, al control diferenciado de la natalidad en todo el mundo.
Se seleccionaba cerebros inteligentes para aprovechar su creatividad en beneficio de este injusto sistema. Se obtenía fuerza de trabajo por clonación de una raza de gran musculatura. Las mujeres de gran belleza eran utilizadas para satisfacer perversiones de la casta gobernante cuya impotencia sexual, producto del consumo de drogas, les conducía a los más viles excesos. La reproducción mediante inseminación artificial y úteros prestados, solo era permitida para las familias de la cúpula social. El resto, éramos prescindibles para los gobernantes esclavos de químicos psicoactivos y máquinas inteligentes.
Ignoro, como la agencia de control social detectó mi sentimiento de amor por una mujer. Tal vez, sus agudísimos sensores captaron los latidos acelerados de mi corazón. O fue su eficiente servicio de espionaje que estimó peligrosa la frecuencia de mis sueños eróticos con ella, tal vez sus fotosensores fueron capaces de medir el intenso brillo de nuestras miradas cuando nos encontrábamos en los pasillos del hospital.

Los profesionales al servicio de la agencia podríamos disponer privilegiadamente goces de la máquina del placer, la cual conectada al cuerpo producía una variedad inaudita de sensaciones agradables. También mediante solicitud expresa y de conformidad mutua lográbamos encuentros copulatorios controlados. Con muchas dificultades manteníamos con Rilma relaciones íntimas clandestinamente, la trabajadora de los pasillos. Con ella desarrollamos una relación natural que fue creciendo intensamente, hasta decidir jugarme el todo por el todo en aras de este sentimiento indescriptible.
La máquina del placer, absorbía de tal manera a las personas que, abandonadas a estas actividades sin comer ni beber, llegaban a morir sin que a nadie le preocupe en absoluto, ¡éramos simplemente descartables! Muchos en total melancolía buscaban indiferentes la paz eterna que daba la muerte. El pragmatismo de la agencia era notable apoyada en la "Ley de trasplante de órganos y tejidos", nuestros anónimos cadáveres eran entregados a las factorías, donde las vísceras eran cuidadosamente seleccionadas, para repuestos de los rivilegiados. Todas nuestras secreciones utilizadas para tecnologías rejuvenecedoras. Lo que no era utilizado para estos fines se lo reciclaba como alimento. !homo homini lupus!
A Rilma se le practicó la esterilización como a todas las otras mujeres-obreras, en "riesgo reproductivo", antes de sus primeras efusiones menstruales que señalaban el inicio de su funciónreproductiva, También se las sometía a la destrucción selectiva de sus conductos de la matriz, mediante disparos de precisión de rayos láser, produciendo un bloqueo mecánico al paso de los óvulos. Para mayor seguridad se aplicaba simultáneamente una sustancia secreta codificada como la AC-l.971, inhibidora de la ovulación. Para la cual no se conocían aún antídotos.

El AC significaba: anticonceptivo y el número recordaba antiguos proyectos de esterilización masiva el año 1971 durante un régimen militar, cuando esta colonia se llamaba Bolivia.
Muchos profesionales, entre ellos médicos, desaparecieron en el curso de estos últimos años. Al margen de los que se convirtieron en alimento, otros se pegaron servilmente a la casta gobernante, como lo hice yo, sin el valor necesario para oponerse a la infame labor. Deambulaba por la vida como un esclavo. ¡Médico que no curaba nada!. Unos pocos lograron incorporarse a un movimiento subversivo, llamado "Pachamama", cuya actividad guerrillera cobraba cotidianamente un vigor inusitado. Sus acciones según señalaban algunas furtivas informaciones, contaban con apoyo de una tecnología alternativa, en base a una ciencia descifrada en jeroglíficos hallados en un templo subterráneo de las ruinas prohibidas de Tiahuanacu, que les permitía hallar las bases técnicas de la sobrevivencia bajo la superficie terrestre, donde según el relato; existían verdaderas comunidades que contaban con un excelente dispositivo de defensa, logrando varias victorias militares contra los ejércitos del imperio.
De igual manera se hablaba de la fuerza de estos combatientes alimentados por cultivos desarrollados con luz irradiada por cristales. Producían especies vegetales ya extinguidas en la superficie. Sus expertos cirujanos recanalizaban las trompas quemadas de las mujeres esterilizadas y aplicaban tratamientos médicos para restablecer la ovulación ... Por lo tanto se podía revertir la infecundidad ... se podía tener hijos ... Rilma y yo podríamos tener un hijo.

Muchos meses pasaron, ya no hubo coitos sin destino. La máquina del placer yacía en el recuerdo. Cada minuto transcurría con angustia mientras conseguíamos el contacto, con "Pachamama", que era una misión casi imposible en medio de una maraña de espías y soplones con trampas sofisticadas para descubrir desertores del sistema. Pudimos huir merced a un comando del grupo clandestino, que nos sacó de una casa de reposo, un campo de exterminio mimetizado, para quienes ya se habían jubilado y debían ser reciclados en la fábrica de alimentos, proveedora a la vez de órganos y demás constituyentes orgánicos. Iba a convertirme en repuestos o albóndigas.
Hoy, ataviado de un uniforme verde olivo, distribuyó mi tiempo en tareas militares de defensa, protegido por escudos de energía obtenida del calor del subsuelo. Proyectadas también por diversos cristales que recogíamos en profundas minas. Asimismo, reparábamos los aparatos reproductores en las recién llegadas con métodos tradicionales de cirugía. Mi contribución al grupo fue la fabricación del antídoto contra el AC- 1 .971 que lo obtenía de mezclas vegetales derivadas principalmente de papa, maíz y coca, cultivados por mi compañera con ocho meses de embarazo.
REFERENCIAS
Montero, Gonzalo (2009). Pétalos de Sangre. Cochabamba: Ed. Kipus.

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