Ernesto Camacho Ascárraga, es un escritor boliviano, cuyo cuento Grohumo resultó tercero en el concurso de cuentos lanzado por la Universidad Técnica de Oruro en 1968. Según me comenta Cesar Verduguez, Ernesto Camacho presentó su cuento de ciencia ficción al concurso con aquella expectativa de ganar (en un medio donde los cuentos de tinte costumbrista o social estaban de moda). Consiguió un tercer puesto que no le convencio, y este fue el motivo para que aparentemente se sienta frustrado y se retire del entorno literario. Estoy a la busqueda de mayor información de su vida, espero encontrar amigos o parientes de él (Ernesto Camacho ya falleció).
GROHUMO
Autor: Ernesto Camacho Ascarraga
INTRODUCCION
En este momento, en que la realidad se escapa de las manos, la única posibilidad de adelantarse al pavoroso ritmo de las realizaciones científicas es la imaginación, la ficción que en los tiempos de Julio Verne, esperó casi cien años para realizarse; en nuestro siglo, no espera tanto, sino que en el lapso de unos años o meses la realidad deja atrás a la ficción.
Empero cabe preguntarse, si el hombre es la conjugación de lo material y los valores espirituales. ¿No estaremos dejando atrás la evolución espiritual? ¿Hacia dónde nos lleva, la ruptura del equilibrio entre lo material y lo espiritual?
Lo fantástico no es lo imaginario. Pero una imaginación fuertemente aplicada al estudio de la realidad, descubre que es muy tenue la frontera entre lo maravilloso y lo positivo o, si ustedes prefieren, entre el universo visible y el universo invisible. Existe tal vez uno o varios universos paralelos al nuestro.
CAPITULO I
Mi nombre es Grohumo y tengo veinte años. Mi padre es un destacado científico. Como tal, mi presentación; pertenecía a una familia de científicos. Me educaron con severidad para desempeñar y proseguir el trabajo de mi progenitor. Al cumplir los ocho años decidieron que la carrera de las matemáticas estaba abierta para mí a causa de que desde temprana edad resolvía complejos problemas de Matemática Polidimensional. Mis padres al comprobar mi capacidad resolvieron intensificar mis estudios a cargo de peritos en dicha rama de la ciencia. Moramos en un mundo paralelo a la tierra llamado Zhorhat, ubicado en otro plano de existencia más allá de la tercera dimensión no concebido por los seres humanos, porque en su incipiente evolución carecen todavía de los medios que la naturaleza dota al hombre, la facultad orgánica de entender otras existencias: La Cuarta Dimensión.
Los experimentos que se realizaban con fines científicos por un grupo de cientistas tenían por objeto obtener el máximo de perfeccionamiento para efectuar "viajes" de ida-retorno a voluntad a otros planos de existencias ilesos de tan audaces exploraciones. "El' boquete del tiempo" se provocaba por medio de una sutil máquina. Sin embargo, tenía la desventaja en su gobierno, si no se lo manipulaba correctamente, de arrojar a su operador a otras dimensiones.
Después de largas e intensivas instrucciones teóricas determiné que llegó el momento de hablar con el Superior. Abandoné mis libros y mi cuarto y me dirigí directamente al edificio donde vivía el Superior. Estaba al tanto de mis adelantos y por cierto muy complacida; era normal por lo tanto que me recibiera con amabilidad. Después de ofrecerme asiento me preguntó:
—Y bien, ¿cuál es el motivo de tu visita?
—Quiero estar junto con los investigadores en el momento de las pruebas. Es mi deseo dedicar mi ciencia a hechos concretos.
—Me parece que aún es prematuro acceder a lo que me pides, en atención a tu edad. Puede ser peligroso.
—No importa —contesté casi con atrevimiento— tengo coraje.
Se sorprendió un tanto.
—No obstante el permiso no depende de mí. Antes debo consultar al consejo; si aceptan tu petición, cuenta también con el mío. Luego me miró pensativo.
—No obstante el permiso no depende de mí. Antes debo consultar al consejo; si aceptan tu petición, cuenta también con el mío. Luego me miró pensativo.
—¿Estás convencido de que en el gran vacío de nuestra existencia puede 'hallarse otras existencias paralelas?
—Las Matemáticas poli dimensionales nos lo demuestran de modo concluyente —contesté rápidamente.
—Lo que quiere decir que existen mundos paralelos reales. ¿No es así?
—Exactamente, de acuerdo a la ley del equilibrio que sé, hay un par de opuestos. Es una certeza.
—¿Por qué crees que nuestra existencia no es sólida y concreta?
—La materia está constituida de átomos. Ahora bien, la más pequeña división del átomo nos prueba de modo evidente que está formado por espacio vacío y ahí está el plano de nuestra existencia y de otras. Por eso insisto me permitan observar lo que tanto tiempo me tenían vedado.—Te comprendo, Grohumo; pero te advierto es arriesgado.
—Sin embargo, insisto.
—Está bien, intercederé a tu favor a los miembros del Consejo, puedes retirarte. Si aceptan tu solicitud el momento se determinará en una oportunidad posterior.
Los Zhorhatnos físicamente se parecen a los seres humanos; pero, sin embargo, son radicalmente distintos. Poseen poderes mentales super desarrollados, superiores a los terrícolas. Están mucho más adelantados en el camino de la perfección que los seres humanos. La civilización en Zhorhat existe desde muchos milenios. Cuando se desea producir el "boquete del tiempo" para fines de investigación se calcula los movimientos de rotación-traslación: de ambos mundos, objeto de interés, operación que se conoce perfectamente; de esta madera se contempla cualquier mundo y se puede pasar una temporada en él.
Un día fui llamado para presentarme ante el Superior, ya en su presencia se dirigió a mí.
—Grohumo —me dijo alegre—, tengo buenas noticias para tí; fuiste aceptado. Tuve que hacer un gran esfuerzo para contener mi euforia que estaba a punto de desencadenarse. Al fin llegó el permiso que tanto anhelaba.
Cuando entré al centro de investigaciones me maravilló ver máquinas tan extraordinarias. Lo primero que ví fue una Estación Rastreadora. Instrumentos de asombrosas formas y de imponente presentación. De entre todas sobresalían por su tamaño dos esferas de color violeta; a su alrededor brillaban ondas magnéticas dando lugar a un juego de luces como era la primera vez que asistía a un centro de investigación, ignoraba el uso a que estaban destinadas.
Después de esperar bastante tiempo vi venir hacia mí un hombre de aspecto fornido, traía en sus manos un pequeño dispositivo rectangular de color negro que cabía perfectamente en la palma de la mano. Luego de los saludos de uso habló:
—Haremos todo lo posible por ayudarte. Esta vez observaras más allá del espacio, aún más allá del tiempo; ahora entra en aquel vestíbulo y espera hasta que te llamemos. Mientras tanto estudia esta máquina. Nuevamente quedé solo. Encaminé mis pasos hacia el vestíbulo, mientras espiaba de cerca aquellas formidables máquinas.
Tomé la máquina en mis manos, la examiné con gran precaución; tenía varias manecillas en ambos extremos, al centro sobresalía una pequeña pantalla cóncava. La primera impresión que sentí fue un calorcito agradable acompañado de una imperceptible trepidación.
Suscitó de un modo extraño mi atención. Al hacerla girar entre mis manos vi en la pantalla algo que me hizo estremecer y en un tris estuve por abandonarla; fue entonces cuando vi una visión que duró una fracción de segundo, un breve relámpago, tuve la certeza de que el aparato me había revelado en su fondo la existencia de otro mundo. El esfuerzo de mi atención me produjo un inexplicable desfallecimiento, sentí un mareo, causando involuntariamente el roce de una de las manecillas: un sonoro click y fue lo último que escuché.
Rápidamente se apoderó de mí la sensación de que me desvanecía en el aire, seguido de un estremecimiento que a momentos concordaba con un suave bamboleo verdaderamente maravilloso. Súbitamente me vi envuelto en tinieblas; pero muy pronto me inundó un resplandor deslumbrante. Por último, flotaba en un tiempo distinto. A partir de ese instante por falta absoluta de sincronización de vibraciones entre ambos mundos —ya que el traslado se realizó fortuitamente— caí sumido en la profunda oscuridad del olvido. Entre tanto los hombres de Zhorhat al advertir la ausencia de Grohumo se movilizaron rápidamente temiendo lo peor. Todo el mundo corrió hacia el lugar donde desapareció Grohumo. Un grupo de investigadores observaba febrilmente el complicado tablero de la Estación Rastreadora, escudriñando el cielo con potentes aparatos ópticos. Durante día y noche renovaran las búsquedas, pero fueron inútiles.
Por fin comprendieron que toda esperanza era vana.
CAPITULO II
Se encontró en un lugar solitario de una gran metrópoli, muy cerca distinguió la silueta de grandes edificios totalmente extraños para él; al principio estaba turbado y lleno de presentimientos, pero sólo por unos instantes. Repuesto de la sorpresa obligó a su mente a recorrer el camino de los recuerdos; vano intento. No sabía de dónde venía e ignoraba por completo su origen; sin embargo, algo vibraba en su interior; un estremecimiento de vitalidad.
Echó a andar por una estrecha calle desembocando en una gran avenida. La gente que observaba era completamente extraña para él. Las gentes a su vez le miraban con sorpresa y apuraban el paso. Parecían tener prisa. Pronto advirtió un hecho extraordinario; sus sentidos super desarrollados le revelaron la presencia de ondas mentales que provenían de esas criaturas humanas y que eran completamente distintas a las suyas. Ahondó en sus mentes con interés; lo que descubrió fue un cúmulo de pensa1mientos desagradables; estaban dominados en su totalidad por un algo que llamaban dinero, pensamientos que giraban alrededor de ambiciones de dominación de poder, egoísmo, otros emanaban ondas de envidia, rencor, odio, parecían ser los puntales de esta humanidad. En cambio, no encontró ni parecían tener ideas que indicaran evolución espiritual.
Gradualmente se dio cuenta de que había algo extraño que lo distinguía absolutamente del resto de las criaturas terrestres. Ignoraba su nacimiento y su nombre, se sorprendía de los poderes que tenía y sobre todo de la profunda diferencia con los seres a su alrededor.
Captaba sus pensamientos con mucha facilidad. Los terrícolas no tenían barrera de defensa mental. Para un ser como Grohumo, positivo en todo sentido, había en él una innata inclinación hacia el bien, en su corazón no cabía el orgullo, la soberbia, el cinismo, sostén de los seres humanos. Como tenía la facultad de llegar al fondo de las cosas en un abrir y cerrar de ojos se dio cuenta que la ignorancia era la causa de todo.
El desprendimiento de tan formidable cantidad de energía negativa emanada por los hombres flotaba por doquier, instantáneamente comprendió definitivamente que se trataba de criaturas pertenecientes a un mundo poco evolucionado. A donde dirigía la vista había ruido, tumulto, estruendo.
De pronto la mirada escrutadora de Grohumo se detuvo pasmada; su consternación fue enorme al comprobar que las gentes a su lado padecían desmayos, lo que contemplaba con expresión de sorpresa; otros estallaban en crisis de nervios y calambres que les impedían caminar, sus pasos se hacían vacilantes, algunos caían a tierra y otros se detenían, pues sus cuerpos no obedecían a su voluntad.
Tuvo temor inconcebible al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo en su organismo. Sintió que lo agitaba un horrible temblor; su cuerpo comenzó a resquebrajarse. Forzó a su mente desesperadamente hasta comprender que la energía negativa de los hombres estaba causando estrago en distinta naturaleza, en tanto que su energía positiva era absorbida a raudales por los hombres con consecuencias totalmente funestas. Por otra parte la influencia cósmica, telúrica de la tierra parecía confabularse con la energía negativa de los terrícolas para hacer efecto su labor destructiva en su organismo. Caminaba en medio de hombres que iban muriendo; sin duda la situación era angustiosa para Grohumo, si no salía inmediatamente, también dejaría su cuerpo allí y eso no lo podía permitir mientras le quedaban fuerzas para retirarse, salió procurando evitar la humanidad. y trató de ordenar sus pensamientos, y se decía para sí como quien intenta defenderse:
—¿Quién soy? No sé qué edad tengo ni sé a qué tiempo ni a qué mundo pertenezco, sólo sé que hasta donde llega el límite de la mente, me siento parte del Universo, como todo lo que vibra al son de la materia y del espíritu, siempre pensé en Dios, y ya esa idea va muriendo junto conmigo, antes y al decir antes, pensé que el tiempo era la cara de Dios, de un Dios, incomprensible e inmutable, ahora que la vida se me escapa lentamente, pienso que al morir todo seguirá igual, incomprensible y misteriosamente. No puedo hablar de tiempo, ni de espacio, todo existe paralelamente, junto a cada minuto de vida transcurre también un minuto de muerte, en todo lo que alienta existe la lucha del pares de opuestos, la vida y la muerte, el bien y el mal, el amor y el odio, la luz y la oscuridad. De donde yo creo que vengo, no conocía el odio y ahora voy extinguiéndome lentamente por esta fuerza cósmica, el sentido de equilibrio exige una misma proporción de lo que se sienta como lo bueno o positivo y de lo malo o negativo, de donde resultará lo que se conoce como justo. Pero se ha ido por otros caminos en la búsqueda de lo justo; el equilibrio se ha roto, lo negativo es una carga demasiado pesada y la vibración que engendra es tan fuerte que amenaza con la muerte inminente.
Su cuerpo se estremeció violentamente, sus dientes castañeteaban, los primeros síntomas de debilidad comenzaron a trastornar su ya torturado cuerpo. Mientras caminaba, su cerebro siempre volvía hacia atrás, a sus recuerdos sobre su breve y extraña permanencia terrícolas, se sobreponían recuerdos insconcientes cada vez más vagos sobre su origen, en realidad desde la entrada en el tiempo.
Cada vez más fatigado, continuó su insegura marcha de retorno al lugar donde apareció por primera vez, sus temblorosas piernas no obedecían a su voluntad, y mientras sucedía esto la mente de Grohumo trabajaba aceleradamente —Es cierto que existe una unidad indisoluble entre espíritu y el cuerpo de cualquier ente del Universo que piense, hay una relación inevitable— a medida que avanzaba trataba de cargarse de la buena energía del Universo que los hombres lo tuvieron alguna vez.; pero ahora todo en ellos era negativo y todo cuanto podía a tomar o recibir Grohumo era nefasto, mientras —con desorbitados ojos— los hombres por lo que junto a ellos pasaba sentían una debilidad creciente, incomprensible, advertían que una ráfaga de paz los envolvía, era natural, pues eran despojados de esa extraña forma negativa y sin saberlo se sentían invadidos por una extraña debilidad física y una cierta quietud espiritual.
Continúa su marcha, atardece, y en el crepúsculo empieza a esconderse el sol, la pobre medida de tiempo que poseían los hombres, y que para Grohumo pese a su bondad, también ahora iba a ser una medida definitiva de tiempo, pues no vería con la aparición de esta estrella un nuevo día ni para él ni para muchos hombres que junto a su cuerpo también finalizarían sus días. Ahora Grohumo, ya no es el Grohumo de antes de llegar a este vano planeta llamado Tierra se va Grohumo, ahora cae, y se arrastra, y al caer en tierra sus ojos se posan en una lombriz, que presurosa se esconde, y la mente de Grohumo, piensa, que desde el espacio es difícil establecer diferencias, se arrastran las lombrices por el suelo y también lo hacen los hombres por las calles. En todo ser que vive es siempre grande el deseo de continuar palpitando, y Grohumo, al final también siente el anhelo de seguir viviendo, ¡un nuevo esfuerzo!, ¡valor!, la vida de Grohumo también estaba marcada en el tiempo, pero ¿quién es ese que señala los días que debe vivir un ser? ¿Quién es aquel inexorable que cuenta sin errar un día, una hora y ni un minuto donde terminará la vida de uno?, y de los labios de Grohumo escapa una palabra que resume el torbellino de sus pensamientos, una exclamación desesperada: ¿Quién? ¿A quién tengo que dirigirme, a quién?, pues la idea de Dios también está muriendo con él.
Gira sobre sí mismo y vuelve a caer, mientras que unas avecillas, cruzan el cielo por sobre el cuerpo de Grohumo y curiosas al pasar lo observan, y sin detener su vuelo se dirigen a sus nidos. Las sombras de los árboles se alargan, el cuerpo de Grohumo está inmóvil, un leve temblor sacude sus párpados. sus dedos intentan cogerse de un apoyo, y tan sólo se mueve imperceptiblemente, todo se acaba, en algún lugar del infinito toca una señal, es la señal para Grohumo, de todos los seres que pueblan el Universo, sólo los oídos de Grohumo lo escucharán, abre pesadamente los párpados y ve en el cielo la primera estrella que empieza a arrojar su incierta luz sobre el Universo; es el momento, piensa, el momento, el momento, no termina de pensar; todo ha terminado y en los vidriosos ojos de Grohumo, impreso queda para siempre, reteniendo desesperadamente, la imagen de aquella estrella del misterioso Universo.
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA
Camacho A. Ernesto (1968) GROHUMO. En, Cuentistas bolivianos 1968. Universidad Técnica de
Oruro, 1982.
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