EN LOS INICIOS DEL SUBTIEMPO
O LA FATAL INICIATIVA DE LUCIFER
Por Fernando Villena V. (Pukina)
No sin magistral trabajo Lucifer logró enmarcar millares de espejos que tras él cayeron en su vertiginosa caída. En sus ocultas elucubraciones y antes de dar la espalda a la Luz Pleromática del Centro, urdió adueñarse de la luz que él reflejaba.
-Los marcos serán míos- se dijo, y así los espejos serán lógicos contando con referencias artísticas y científicas, su uso dará sentido de certidumbre, de evidencia, de seriedad, de solemnidad.
A la postre, cuando el laberinto glacial de planos brillantes estuvo organizado en el inicio de la caída cósmica, cuando el imperio de los espejos estuvo estructurado, Lucifer escondió su fatal iniciativa en el segundo ropaje, producto de una especie de luz que el conjunto de los espejos inter-delimitados por los marcos habían formado, era ese un manto de cualidades fascinantes donde el singular arquitecto se enfundó en un hábito de centelleantes seducciones.
Entonces Lucifer empezó a jugar en el solitario afán de mostrarse creativo. Dejando el segundo ropaje se entregó a la tarea de labrar filigranas de acierto decorativo en cada uno de los millares de marcos que delimitaban a los espejos, de manera tal –se dijo él- que las imágenes proyectadas de los futuros huéspedes (posiblemente de hombres), los seduzcan hasta convencerlos que la imagen reflejada es superior y real, de modo que progresivamente sean tragados por la ilusión, merced a la apreciación magnífica que tendrán de sí mismos a través de un punto focal que se llamará “yo”.
Y Lucifer retornaba a su vestidura global cada vez más lleno de luces por aquél mágico efecto de los espejos, y así, una y mil veces hasta concluir con la decoración refinada y deslumbrante de los apreciados marcos, tan útiles en prodigar seguridad y confort al huésped que ingrese al espejo, invitado halagadoramente por la hipnótica fuerza luciferina ejercida desde su hábito de atracciones irresistibles.
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