FÁBULAS ÍNTIMAS Y OTROS ATAVÍOS, de Vilma Tapia Anaya


La cotidianidad se disfraza y se transforma en un mundo fantástico cuando el ser ingresa en la “realidad” o “irrealidad” de la dimensión onírica. Así Vilma Tapia en su obra Fábulas Intimas y otros Atavíos, nos transporta por desfiladeros que adquieren distintos matices a cada paso que dan los personajes, mostrando comportamientos, deseos y actitudes de distinta índole. “El sueño no es solo un sueño” parece decirnos la autora, cuando hace de la fantasía (el sueño) una realidad que emerge con fuerza a través de frases y palabras que configuran hechos acaecidos en el pasado y en el presente, y posiblemente también en el futuro. Esto, porque los sueños van más allá del tiempo lineal, y cubren holísticamente el pasado, el presente y el futuro, haciendo surgir una especie de “agujero negro” subjetivo que rompe con el tiempo y el espacio.

VilmaTapia, con su alma de poeta, describe prolijamente cada instante onírico, donde la fantasía parece tener una estructura “real”, existente, porque afecta al lector en sus sentimientos y proyecciones íntimas. Los recuerdos de la infancia, de la adolescencia y de la adultez se entremezclan en un carrusel de imágenes que van y que vienen, y que hacen de los sueños instantes vivenciales, por lo tanto reales.

En otros “atavíos”, llama la atención el relato “Plaza 14 de Septiembre” donde la autora describe a un tahúr nativo interpretando el rol de “faquir” para ganarse unos pesos. Para quien ha asistido a dicha plaza y ha visto a uno de esos tahúres, el relato es “verídico” y se da en vigilia, y para quien no ha tenido la oportunidad de verlos, el relato es “onírico”. Así, la autora, en este relato, juega con lo real y lo irreal, y el lector pasa de la vigilia al sueño y del sueño a la vigilia.

En la obra no hay interpretaciones, solo hay vivencias oníricas, fantasiosas y fantásticas, como hay nubes en el cielo, con figuras que emergen y desaparecen del campo perceptivo del lector. Así, Fábulas Intimas y otros Atavíos es una poesía en prosa, o sea, es una realidad en sueño.


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